Qué esperan los argentinos para el 2025

15 de diciembre 2024 | Clarín
VER EN CLARIN

Aunque se lograron resultados macroeconómicos muy positivos, como la reducción del déficit fiscal y un control inflacionario que superó las expectativas, el costo social ha sido alto.

Al cumplirse el primer año de gobierno de Javier Milei, es relevante analizar el estado de la opinión pública argentina en un contexto que combina avances económicos, sacrificios sociales y una profunda fragmentación política. Comparar las expectativas previas a su elección con el escenario actual permite trazar un balance sobre los logros alcanzados, las dificultades enfrentadas y las percepciones ciudadanas respecto al futuro.

En la nota de hace un año en este mismo espacio, señalabamos que entre los votantes de Milei predominaba una plena conciencia de la complejidad de la situación del país, así como la ausencia de altas expectativas de progreso económico inmediato.

Se sabía que el cambio llevaría tiempo y esfuerzo, y muchos se mostraban dispuestos a soportar momentos difíciles con la esperanza de que ello conduciría a un periodo de crecimiento en el país. La mayoría de quienes lo votaron lo hicieron con la certeza de que aplicaría un plan de ajuste que exigiría sacrificios.

Hoy, tras un año de gobierno, esos sacrificios se han hecho evidentes. Aunque se lograron resultados macroeconómicos muy positivos, como la reducción del déficit fiscal y un control inflacionario que superó las expectativas, el costo social ha sido alto: el número de personas en situación de pobreza creció significativamente, alcanzando a cinco de cada diez argentinos.

A pesar de estos desafíos, el optimismo hacia el futuro prevalece. Según la encuesta anual de Voices, que se realiza todos los años a principios de diciembre desde 1984 para medir las expectativas de los ciudadanos, el 53% de los argentinos cree que 2025 será un año mejor, frente a un 26% que opina que será peor y un 13% que piensa que será igual.

Estas cifras muestran una mejora significativa respecto al año pasado, cuando el 42% creía que 2024 sería mejor. La serie histórica muestra que los años electorales suelen estar asociados con mayor esperanza, pero el optimismo actual es incluso superior. Y si nos remontamos al 2022 la expectativa positiva era de solo 25%.

En cuanto a las expectativas económicas, cinco de cada diez argentinos creen que 2025 traerá una mejora económica, mientras que un 31% prevé un año con problemas. Hace un año, solo el 23% confiaba en que 2024 sería un año de crecimiento, y la mayoría (51%) esperaba dificultades económicas. Este cambio en las percepciones es marcado y más positivo que en el pasado.

El optimismo es más fuerte entre hombres, los jóvenes, en el interior del país y atraviesa todos los sectores sociales, incluso los de nivel socioeconómico más bajo. Además, la proporción de quienes consideran que el país está gobernado según la voluntad de la gente subió al 59%, frente al 42% registrado en 2021.

Este panorama más optimista también se refleja en temas clave como la corrupción y la pobreza. Al consultar sobre si habrá más o menos corrupción al final del mandato de Milei, el 44% cree que habrá menos, un 26% que habrá más y un 20% que quedará igual. Respecto a la pobreza, que ha desplazado a la inflación como principal problema del país, un 43% opina que disminuirá, mientras que un 33% cree que aumentará y un 14% espera que se mantenga igual.

En un país profundamente fragmentado, resulta relevante indagar en las razones detrás de esta imagen positiva y la confianza depositada en Milei. En términos de gestión, los factores más destacados son la confianza en la dirección económica, la creencia de que el país progresará y la percepción de que los ciudadanos también podrán mejorar su situación. En lo personal, la imagen de Milei se apoya en tres pilares fundamentales: se lo percibe como un dirigente honesto, con las cualidades y el liderazgo necesarios para ser un buen presidente, y que prioriza los intereses de la Nación por encima de los de su partido o agrupación.

La Libertad Avanza, aunque joven y con una representación legislativa muy pequeña, se posiciona como opción política. En contraste, el Peronismo, el Kirchnerismo, el PRO y la UCR no solo están fragmentados, sino también debilitados en términos de imagen. En algún sentido, puede afirmarse que hay una concentración de confianza en lo que se percibe como una propuesta clara, concreta y en ejecución.

El apoyo al Gobierno hasta el momento se explica principalmente porque la población votó por un cambio profundo, y eso es precisamente lo que se está llevando a cabo. Desde la recuperación de la democracia, Argentina ha enfrentado problemas recurrentes como la inflación, la inseguridad y la corrupción. Según la percepción pública, estos tres problemas, aunque persisten, están hoy mejor enfrentados, con una gestión que ofrece mejores resultados que en el pasado. Pero hay todavía importantes desafíos en áreas como la pobreza. Este es un problema a enfrentar, una asignatura pendiente que el Gobierno necesita atender especialmente.

Como sabemos, la opinión pública es dinámica y fluctuante; su evaluación futura dependerá de la capacidad del gobierno para atender las prioridades ciudadanas y sostener un plan económico que ofrezca resultados tangibles duraderos, evitando retrocesos en los avances logrados. Las expectativas generadas solo serán sostenibles en la medida en que se traduzcan en mejoras concretas y palpables en la vida de las personas.

El balance del primer año de gobierno evidencia luces y sombras, pero sobre todo revela una sociedad dispuesta a creer en la posibilidad de un cambio profundo y que este sea duradero. La magnitud de los desafíos exige un enfoque reforzado en los problemas sociales para consolidar las bases de un futuro más equitativo y próspero.

En este camino, la confianza depositada será su mayor fortaleza, pero también su mayor responsabilidad. Sería bueno para todos que ello pudiera alcanzarse sin tanta polarización y en un clima de menor confrontación.