“No nos damos cuenta de la emergencia educativa”: las claves para un país con menos desigualdad de oportunidades

25 de junio 2024 | La Nación
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Dos expertas en educación y en investigación social que luchan contra el analfabetismo describieron la situación actual de muchos jóvenes y y revelaron qué se puede hacer para revertir la desigualdad

Aunque las  opiniones en la mayoría de los temas son diversas, existe una problemática social de fondo que nos atraviesa a todos como país: la pobreza y la falta de oportunidades que viven miles de niños y adolescentes en la Argentina. En este contexto, también  surgen iniciativas que buscan contrarrestar esa situación y dar una respuesta que genere un cambio positivo.

En el marco del  Capítulo 8 del evento de Sustentabilidad organizado por LA NACION, Felicitas Silva, docente y cofundadora de la Asociación Civil Volando Alto, dialogó con Constanza Cilley, directora Ejecutiva de Voices! Research & Consultancy, y con María Ayuso, periodista de la sección Comunidad de LA NACION acerca de “El analfabetismo, una herida que no podemos callar”.

Silva empezó contando su historia y explicó cómo las dificultades de aprendizaje que tuvo durante su infancia la impulsaron a especializarse en alfabetización inicial, neuropedagogía e inclusión y a fundar esta asociación, desde la cual enseña a cientos de niños y adolescentes a aprender a leer y escribir, a pesar de las desventajas y circunstancias adversas en las que están insertos: “De chica me costó mucho aprender a leer y escribir, y en el camino, me encontré con chicos que también tenían dificultad para lo mismo, pero no por un problema de aprendizaje, sino por un tema del sistema, por el acceso a la educación o por la falta de una enseñanza sistemática que acompañe en los procesos”.

Desde entonces, impulsó junto con Florencia Martínez, Volando Alto, asociación civil que trabaja en Concordia, segundo conglomerado más pobre del país después de Resistencia, Chaco, donde, según el Indec, casi 7 de cada 10 niños son pobres. Allí trabajan desde la alfabetización inicial hasta la avanzada, con matemática, “una dificultad muy grande” y con la alfabetización digital. “En esto último, buscamos compensar esos aprendizajes que cuestan más a los chicos y, a partir de la gamification y de un entorno digital, estimularlos a seguir aprendiendo”, señala Silva y expresa: “Queremos crear oportunidades a través de la educación, ya que no nos damos cuenta de la emergencia educativa que estamos viviendo hoy”.

En ese sentido, Cilley, abogada, que lleva más de dos décadas y media dedicada a la investigación social y de mercado, indagó a través de un estudio cuáles son las precepciones de la ciudadanía respecto a cómo observan la pobreza y la desigualdad: “En el imaginario de los argentinos tenemos un país pobre: 9 de cada 10 dicen que en la Argentina se pasa hambre; 8 de cada 10 afirman que somos un país muy desigual, marcadamente en lo que tiene que ver con oportunidades laborales y de vivienda”.

Otra de las temáticas en las que indagó el estudio tiene que ver con los prejuicios que subsisten en la Argentina: “Porciones significativas, aunque minoritarias de la población, asocian la pobreza con no tener ganas para trabajar, ser vago o quedarse embarazada para cobrar un plan. Con el estudio descubrimos que la gente quiere trabajar, tener un ingreso sistemático, estable y en blanco, algo que se da en todos los niveles socioeconómicos”. En ese sentido, explicó que, aunque hoy la calidad educativa está bastante denigrada en el país, los argentinos seguimos viendo el trabajo y la educación como medidas para salir de la pobreza: “La población, especialmente la vulnerable, tiene como mayor aspiración el conseguir un trabajo en blanco, aunque muchos lo ven como un imposible, sobre todo, por la falta de educación”.

¿Cómo es la realidad de estos chicos y cómo responden los argentinos?

La fundadora de Volando Alto explicó que la realidad de analfabetismo abarca varias generaciones: “Nos encontramos con abuelas jóvenes que tienen hijos no tan grandes, que, a su vez, ya tienen hijos y que, si estos últimos, como el caso de Nati, que tiene 15 años, terminan la escuela secundaria, se convierten en uno de los primeros de la familia en finalizarla”.

Además, contó que muchos de ellos viven en viviendas precarias, como casillas de madera y tienen que salir a trabajar en edades tempranas. Y de esta forma, “si hay violencia, hambre o problemas sociales en el barrio, queda relegado o en un segundo plano el aprendizaje”.

Cilley aseguró que el principal responsable de estas realidades es el Estado, principalmente el nacional. Sin embargo, resaltó como positivo el protagonismo que toma la población frente a estas situaciones: “Cada vez más la población se siente protagonista de estos cambios, al igual que las empresas. Esto tiene que ver con que los gobiernos en los últimos años en la Argentina no están pudiendo resolver los problemas de la gente”.

En línea con esto, indicó que la inmensa mayoría de los argentinos se autoperciben solidarios. “Cerca de la mitad hoy está ayudando económicamente a otros familiares. También se canaliza la solidaridad de los argentinos a través de las ONG: el año pasado 2 de cada 10 personas donaron dinero a una organización no gubernamental, situación que no varió en el 2024, algo sorprendente en este contexto”.

De todas formas, identificó una preocupación en relación al voluntariado: explicó que la Argentina tiene una serie histórica desde el año 97 que muestra que cuando hay crisis, el argentino hace voluntariado: “Pero en la última medición, a pesar de la situación difícil que estamos pasando, vimos una merma muy importante en los voluntarios. Del récord del 36% en el 2002, bajó a 2 de cada 10 argentinos. Todavía no tenemos en claro por qué, pero es una tendencia a tener para cuenta y explorar”.

En ese sentido, señaló que las temáticas que actualmente más movilizan a los argentinos son los vinculados con la pobreza: “Situación de calle, pobreza y hambre en general. También hay un tema nuevo, apareciendo con mucha fuerza: los animales. Están siendo objeto de donación y de voluntariado, en forma creciente, marcadamente entre los jóvenes”. Además, explicó el círculo virtuoso que se genera con el voluntariado: “A veces los argentinos pecamos de humilde, ya que hay mucha gente que hace donaciones o voluntariado, pero sus cercanos no lo saben y, darlo a conocer tiene un efecto contagio muy grande”.

¿Cómo funciona el voluntariado en las empresas?

Frente a la pregunta de si cambia la percepción de la empresa cuando se conoce que trabaja su área de responsabilidad social empresarial, Cilley respondió afirmativamente, aclarando que “siempre y cuando sea auténtico”. Y explicó que la principal demanda de las personas para con las empresas se vincula a los servicios o productos que la empresa brinda. “La sustentabilidad viene después; si lo primero está garantizado, pasamos a la segunda etapa”, apuntó.

Silva señaló que desde la fundación trabajan articuladamente con empresas, para lograr que las familias también se alfabeticen, y generar así, una salida laboral. También impulsando a los chicos que abandonaron la secundaria a completar los aprendizajes que quedaron rezagados.

De cara al futuro, dijo que sueña con que haya un Volando Alto en cada lugar, para que, dentro de un tiempo no exista esa desigualdad. “Ojalá que no existamos más, porque ya no haya más necesidad”, concluyó.